Nunes, no sin razón, está muy orgulloso de sus textos-poema escritos para los catálogos de sus amigos pintores. Orgullo que se extiende a toda su obra. «Parece petulancia. No lo parece, lo és» dice a menudo.

Presentamos aquí alguno de ellos.


Nunes en su estudio




Para Galería Beaskoa, exposición de Martí Rom - Quasi bé aprenent la veritat. Diciembre 2009 s

 

Martí Rom, Gran Amulet
s

Casi aprendiendo la verdad

Cada obra tuya, todas, como éstas que estamos viendo, quisiéramos haberla hecho cualquiera de nosotros, que ahora podemos sentirla como la sentiste tú, entonces, que es siempre, como ahora mismo; unidos. Bueno, a veces, cualesquiera otros piensan y sienten diferentes; pero en esos casos es que han perdido algún sector de la posibilidad de emocionarse; ésa, ésta.

Entonces, amigo, no te vayas tan lejos, tan hermosamente solo. Deja, al menos, que yo, nosotros, vaya, vayamos, contigo; más o menos como ahora.
Ahora, entonces, volvamos a ver la obra. A hacerla, crearla.
A ver si sabemos cual será la elegida; la que más nos gusta, la que más nos hace sentir esa nueva emoción que nos propones.

Pero cada obra son todas. Es todas.

Basta oírlas en su silencio, en su inmovilidad, en sus expresiones.
¿Cómo logras que todas las expresiones sean iguales, la misma en cada personaje tan diferentes?
Todos los ojos; me da la impresión que expresan estar oyendo la misma sinfonía, tal vez expresando la misma nota de esa sinfonía, en que cada una de la obra emite su propia nota, para crear la composición, la gran confusión de las individualidades, la gran personalidad de cada una diferente, ¡Tanta diferencia!, tan distantes todas cada una en sí; para producir la gran belleza de la armonía del silencio que logra la sensación de la belleza con fondo musical.

Y no es fondo musical. Es la Música.
Que también suena, tan bien, en esas estructuras que tienen historias, en cada una de sus soledades, que, aisladas proponen su melodía que sincroniza, forma parte, de la que emiten las que tienen ojos para expresarse, casi humanas, y se hacen emoción en esa gran confusión de los más bellos sonidos.

--¡Shssss!...¡Silencioooo...! Oigámoslos.
¡...Oi... gá ... mos ... los...!

Son una armonía de colores.
Son una densidad de materia; material que logran ser armonía en sus conjunciones, en su entrelazarse, con tan diferentes colores.
Toda una labor de excepcional  creación, relacionar afectuosamente la madera con el hierro, la madera y el hierro con la piedra, los tres a veces, alguna tela también, para recordar que son cuadros; un fondo de pared en el que destaca un continente, a recordar un mundo que enlaza la Humanidad donde tal vez empezó.¡Cuántos millones de tiempos!


¡Qué belleza locura!
¡Qué acumulación de ideas!
¡Qué calidad de inteligencia!
La creación en evidencia.
Miles de años ahí expuestos.
Perdiéndose en el infinito.
A encontrar la verdad.
A sabernos.
Mirándonoslos.
A ver.
A sentirnos.
Excepcionalmente únicos.


Salud.

Nunes

A ti, Martí Rom, que mereces mucho más


Hacia diciembre de 2009

 

Martí Rom, La gran máscara
s



Para Galería Beaskoa, exposición Una pintora y un escultor. Mayo 2008

 

Magníficas jornadas en esta dispareja


Aunque tengan pedestales de imponente presencia,
las figuras de Artigasplanas son personajes inteligentes
que están en el aire, sin peso, por los aires, balanceándose
en esa suave brisa que, observándolos nos hace sentirla
y nos emociona con ellos, en sus expresiones.
Gracias, Joan; por invitarnos a pasear por los aires;
Con ellos. Y contigo,
sentir el Arte.

¿Dónde estás, Paloma? ¿Por dónde andas?
¡Qué maravilla estar en cada una de tus imágenes; buscándote!
¿Cómo logras situarlas en los espejos? O es a través de cristales
tan sutiles que nos permiten emocionarnos con ellas en la música que reflejan
sentir; y también, tan bien, llegamos a sentir, viéndolas. ¿En cuál estás?
También esos personajes más sólidos, casi abruptos, tienen un encogimiento
De estremecerse que reflejan sentir la música
Estás en todos, Paloma González.
Absoluta sensación de creación de Arte.
Tu obra, Maestra.

Paloma González. Pirueta, Oleo 100x100


Para Galería Beaskoa, exposición de Borja de Pedro. Octubre 2006


La obra de Borja de Pedro

 

es, en cada cuadro en esta ocasión, la sensación

 

de viaje.

 

Viaje sin origen ni destino, claro.

 

Un viaje excepcional, único, hacia, desde, o en,

 

el Caos.

 

La excepcional belleza en el equilibrio del Caos.

 

De la Creación.

 

El Arte.

 

Entre otras hay muy diversas propuestas, hay una a la

 

meditación

 

En el cuadro reproducido aquí en la portada, por ejemplo;

 

que Borja titula "El bodegón del adiós", con la previsión

 

de que es su última obra. Meditando con él se puede alcanzar

 

a sentir el escalofrío de lo que es la emoción.

 

En "Fertilidad del silencio" se conjugan todas las

 

propuestas; el rumor de la brisa que viaja, el movimiento,

 

el ritmo de sentirse en la verdad.

 

En todos los cuadros, en cada uno de ellos, en toda

 

su obra, todo está mucho más allá de la realidad en esta

 

Civilización de la muerte.

 

¡Salud, compañero Borja de Pedro! Tu obra es Arte.

 

Déjame que vaya también en ese eterno viaje tuyo.

 

 

= = = = = = =

 

De Pedro. El bodegón del adiós, 2006


Para Galería Beaskoa, exposición de Mario Soria. Marzo 2004


    La obra de Mario Soria es una sincrónica coreografía del silencio.
    Una misteriosa presencia de lo oculto.
    Los objetos inmovilizados, las cosas, inmovilizadas, dan la sensación de que meditan sobre algo que va a ocurrir, que ha ocurrido, que está ocurriendo;
se humanizan. Se hacen amigos entre ellos, y de los que los estamos mirando, viéndolos. Lo vemos, y lo sentimos. Nos hemos cruzado con ellos muchas veces y acabaremos saludándonos.
    El silencio de la música.
    Y de las charlas.
    Tan envuelto todo en sugerencias, en propuestas, que nos crean interrogantes esperando respuestas.
    En toda la obra, en cada uno de los cuadros, está a punto de que algo ocurra.
    Una sinfonía de ideas que invitan a investigar.
    Mario Soria expresa un futuro, infinito, que viene desde un pasado,
eterno. El siempre.
    El Arte es absoluto.
    Que confluyendo en ahora se hace emoción.
    Estemos.

= = = = = = =

Mario Soria, 2003.




Para Galería Beaskoa, exposición de Rómulo Royo. Abril - Mayo  2003



    Sugerencia.
    Aunque ya hayas visto los cuadros cuando leas ésto.
    Aunque no los hayas visto y vayas a mirarlos ahora.
    O cuando sea.
    En lo posible, sitúate en el centro de la sala, dispuesto a conversar en silencio; que cada una de las imágenes, seguro, te hablarán de algo.
    Todas.
    Son figuras que representan mujeres, pero no lo son.
    Son emoción. Emociones.
    Observación.
    Meditación.
    Desolación.
    Comprensión.
    Provocación.
    Insinuación
    Soñación; no ensoñación.
    Talvez miedo.
    Talvez; no tal vez=aquella vez.
    Siempre, aunque
    Sorpresa.
    Ya sólo al Arte le queda el prodigio del Blanco y Negro.
    Y sólo cuando es creación, que por ahí anda, insinuándose, en la
eternidad, el infinito, en sugerencias de emociones como tan bien, también, se pueden sentir a través de Rómulo Royo, en esta ocasión en esas mujeres en las que todas están en cada una, y cada una en todas, hablando de emociones, insisto, porque, también, en cada emoción están todas las emociones, en una
conversación sin principio ni fin en la que podemos entrar todos, cada uno, que se sepa formando parte del Arte, en lo absoluto de la Inteligencia, que en esta ocasión, otra vez, nos insinúa Rómulo Royo.
    Una sugerencia.
    En el centro.
    En silencio.



= = = = = = =


Royo.
El temps / El tiempo (2002)



Para la Exposición Colectiva Pintors "Barri Gòtic" (1960 - 1980). Marzo 2003



        Todo recordar es homenaje.
        De los artistas al barrio.
        Del barrio a los artistas.
        De una época; que queda en todas las épocas. En la era.
        Era de creatividad, de imaginación, del entusiasmo.
        En este barrio. Gótico. Chino, que ahora es El Raval, el de La Ribera.
        El barrio.
        De los que seguimos paseándolo, lo vivimos.
        De los que ya no están, pero siguen paseándolo, y viviéndolo, con, en, nosotros;
    en el barrio.
        La gran obra de la época en esos años de los sesenta a los ochenta. En la era.
        Pintura. Poesía. Literatura... Tertulias, nunca organizadas.
        ...también Cine.
        Nunca mejores discusiones, ni mayor entusiasmo.
        Toda la amplia diversidad del Arte, ARTE, en las tabernas, restaurantes, terrazas, en las exposiciones. Y las calles; pasear en grupos y conversaciones que convergían, divergían, se ampliaban, se reducían.
        -¿Dónde vamos a cenar esta noche?. En "El Cisco" están aquellos.

                                    miércoles, 11-12-02



= = = = = = =


Catálogo de la Exposición


...Y también un epílogo
(para el catálogo)


        Cuando acabéis de ver todo ésto, cuando lo hayáis leído, cuando el que con mayor interés en todo o directamente interesado haya visto la obra expuesta, todo el que haya oído todo lo que se haya dicho, o se dirá, o haya intervenido, en las mesas redondas, todo el amigo e incluso el disconforme, porque ya sabemos que enemigos no tenemos, se os ocurre la pregunta de que a quién, a quienes, como a todos, se les ha ocurrido esta extraordinaria idea de todo ésto, nada fácil de lograr, de coordinar, como ya se sabe, se encontrará con la respuesta humilde en su gran categoría de mujer, que dejándose llevar por el impulso de conexión con el más allá, el más acá, en la eternidad de que todo está ocurriendo siempre ahora, en la memoria absoluta del infinito que crea afecto, amor. Las ideas andan siempre por ahí.
        Y dirá "lo hemos hecho entre todos. Por permaner la amistad. Volver a encontrarnos los amigos. Y recordar que hubo mucho amor entre nosotros, en aquellos años. Y todavía. También con los que ya no están".
        Piensa ella que le gustaría que no dijéramos su nombre, que no se supiera quien es.
        Pero a nosotros nos satisface felicitarla; por la idea, y el esfuerzo, superado sólo por su entusiasmo.

        Salud, Maria Dolors Ferrer.
                              Jueves 2 febrero 2003




Para Galería Beaskoa, exposición de Rómulo Royo. Marzo 2002



    Cada una de las pinceladas en los cuadros de esta exposición son consecuencia de la vibración de la tierra.
    Cuando los toros galopan sacuden el suelo y la tierra vibra.
    En una oscilación que es la emoción.
    De la tierra, de los toros, de Royo.
    Rojo en las ceremonias reverberando aún de la vibración cuando parece que todo se inmoviliza.
    Y se oyen los resoplidos
    Y hasta la respiración contenida.
    En esos momentos, instantes, de la contemplación de la ceremonia.
    En las plazas, en los campos, en la tierra toda: éxtasis en esta vibración que nos conecta en cada cuadro.
    No es frecuente, ya se sabe.
    Rómulo Royo es un pintor que lo logra.
    Os felicito por poder sentirlo.


= = = = = = =



Rómulo Royo.
Toros (2001)



Para Rosaura y Cristina, en una exposición conjunta en «Galería Nova».
Sabadell. Junio 2001



    Ahí está la belleza.
    Susurros en las transparencias que nos invitan a suponer, a imaginar.
    Serenidad en las sillas que nos esperan, invitándonos a meditar.
    Suavidad en las composiciones combinaciones de susurros y serenidades.
    ¡Cuánta armonía!    
    Son acogedores los colores envueltos en murmullos que seguro que se oyen palabras si nos sentamos.
    Que nos hablan de emociones que nos llegan desde la lejana profundidad de las transparencias.
    ¡Cuánta calma!
    Nos prepara el ánimo para sentir el Arte.
    Que ahí está.


= = = = = = =

Cristina Ortiz.
Serie Políptico Exteriores (1999) Rosaura Canales. 
Serie Interior de Galería (1999)



Para Galería Beaskoa, exposición de Rómulo Royo. Marzo 2001



    Explanado en todos sus cuadros, en cada uno de ellos, este Rómulo no tiene por qué hacer su obra, porque es una obra que ya existe, en él, mucho antes de que ni siquiera él mismo fuera consciente de que ya sabía, que quería, que iba, a ser pintor.
    Es innegable que reafirma eso de que la Pintura es, también, una de las Artes. Sublime.
    Cuando un día el día lo encuentre descuidado, en una distraída distracción, tal vez llegue a sentir que sólo la Inteligencia permite que ésto, su obra, exista.
    Y le faculta a él, Rómulo, a hacerlo.
    En lo infinito del tiempo.


= = = = = = =


Rómulo Royo. 
Trapecistas Mecánicos II (2001)


Para el catálogo de la exposición de Rosa Yagüe, en La Toja, Galicia.
Junio de 1996.



    La obra de Rosa Yagüe tiene calendarios y mapas.
    Escondidos, que no ocultos.
    Invitación a la gran obra que aparece al girar las páginas.
    Tiene además, y sobre todo, el gran misterio de los espejos, en los que aparecen las reflexiones, reflexiones, sí, de los colores combinados con la armonía de los cánticos de remota tradición.
    Grandes partituras cada uno de sus cuadros, una gran sinfonía, inacabada, inempezada, toda su obra; el conjunto de ella, desde cuando aún no la empezara hasta cuando todavía no la acabara jamás. Todo está ocurriendo, viéndose, oyéndose, ahora mismo. Y sobre todo sintiéndose.
    Es de una emoción de transparencia.
    Las páginas a propuesta de que se giren son esos espejos que del otro lado nos enseñan los paisajes de la humanidad de todas partes, con sus pequeños gemidos de las grandes desesperaciones, los jadeos de falta de aliento, los gritos de la indignación que protesta.
    Pocas veces se ha dado, como en esta obra, tan profunda abstracción, tanta incógnita, como en estos cuadros, en los que aparentemente las imágenes tienen la pequeña explicación de lo que parecen ser.
    Está la angustia disimulada por los susurros de canciones litúrgicas que quieren ser alegres.
    Está la alegría disimulada en la aparente fiesta de los brillantes colores que si nos dejamos envolver por ellos nos aturden lanzándonos a la imperiosa necesidad de pedir auxilio, pedir protección, pedir que alguien, nosotros todos tal vez, seamos capaces todavía de salvar los días; el calendario.
    Y salvar las gentes que habitan en los mapas, que al girar las páginas de tenues y tan flexibles cristales de los espejos translúcidos descubrimos que son gentes a las que sólo queda la esperanza de lo imposible tan deseado, desconcertantemente indefinible de si es imposible de vida o imposible de muerte.
    Como toda obra de Arte, la obra de Rosa Yagüe es cada uno de los que la estemos mirando.
    Tiene sobre sí la imposibilidad de definición, que sólo cada uno de los que empecemos como espectadores de cada uno de los cuadros acabaremos sumergidos en la emoción para la que estemos sensibilizados.
    Asoma la crueldad del miedo.
    La ceremonia es permanente.
    La liturgia nos sugiere el silencio; la obra nos propone el sonido a escuchar, la fragancia a oler, los volúmenes a acariciar, la garganta se reseca a engullir el gusto un poco acre que origina la sorpresa, el desconcierto, el respeto.
    La vista está ahí, viendo.
    Háganlo mirando a través de los espejos, ésos, que nos dicen todo lo que hay al otro lado.
    La emoción vendrá por sí misma.
    El Arte somos todos.
    Como nos lo propone Rosa Yagüe, sin que ella misma lo sepa, porque es ente transmisor de ese «somos nosotros».
    Todos.


= = = = = = =



Para la exposición de Fulgencia
15 agosto 1995. B'Art  La Ruina · Palamós - Girona


        Es un misterio
        Las siluetas, las imágenes, las expresiones, los entornos, los colores, invitan al silencio.
        La observación va transformándose en reflexión y empieza a sentirse la inquietud.
        Despacio.
        Todo proceso profundo necesita su tiempo; cada cuadro, cada persona ante cada uno de ellos, necesita su tiempo.
        E inevitablemente se queda atrapado en la misteriosa ceremonia de todos los cuadros, rodeándonos, y esa sensación inquietante parece querer encontrar una salida haciéndose cómplice, intentando encontrar la manera de hacer amistad con alguno de ellos para que le ayude a defenderse de los otros, o hacerse cómplice de varios de ellos, que se nos antojan propensos a ser amigos, para defenderse de uno en concreto, que nos da la impresión de que se nos manifiesta más enemigo.
        Esa lucha existe en toda la obra de Fulgencia. Y su extraordinario valor es que, muy pocas veces lograda por otros artistas, muy pocos, traspasa la inmovilidad de los cuadros, o aún mejor explicado, en esa inmovilidad hay una intensa vida de sensaciones que nos impresionan a extremos inhabituales.
        Es una obra de enorme fuerza abstracta.
        Ante cualquiera de los cuadros, no es la persona que mira quien tiene que descubrir en ellos lo que quiere encontrar, como es habitual, sino al contrario,en la obra de Fulgencia es el cuadro el que viene directamente a decirnos lo que quiere que ante él sintamos.
        Es el misterio.
        La ceremonia está preparada.
        Puede iniciarse.
        En cualquier momento, cuando menos se espere, desde la obra que observamos, de estas que hoy nos rodean, nos puede llegar ese recado de la revelación de «¿Quién soy?»

= = = = = = =



Fulgencia. Para la exposición en Beaskoa. Abril 1996


    
    Todas las ventanas están abiertas. Las puertas hay que abrirlas.
    Cuanto más se mire y menos se vea mayor puede ser la sensación, inquietante, de estar ante un misterio.
    El del Arte, por ejemplo.
    La Pintura, en este caso.
    Cuando la belleza, que no boniteza, alcanza ese pequeño escalofrío, en la inmensidad de lo íntimo, tan difícil de describir.
    Así es la obra de Fulgencia.
    De una absoluta libertad; que para alguien, algunos, puede llegar a ser
incómoda e intolerable.
    Que en ella resulta de una delicadeza casi ingenua, de la que tal  vez no sea culpable, porque tiene la virtud de la auténtica creación que, en origen, surge de la inspiración al margen de la voluntad.
    Original. Espontánea.
    Provocadora en la rebeldía de artista consciente.
    Con la rabia del sufrimiento de la época.
    Condenada a ser perseguida, acosada, como toda obra que denuncia, que grita, que protesta.
    Con presencia definitiva
    En el tiempo; que no tiene principio ni fin.
    Que está permanentemente pasando. Y permanentemente acusando.
    Con pulsaciones de corazón. Y jadeos, de eterno aliento..
    Viva. Violenta.
    En un trágico equilibrio que la emoción sostiene.
    Siempre.

= = = = = = =



Para Carlos Méndez. Mayo 1994

(En el catálogo «Detrás del espejo» de la exposición en la Galería Maeght -Febrero-Marzo 1997)



    Toda imagen es personaje.
    Ya, ya lo había presentido o tal vez lo haya leído no sé cuándo ni recuerdo dónde, pero por fin lo confirmo, me lo aprehendo, con la obra de Carlos Méndez.
    Véanlo.
    Esos personajes por ahí intentando asomarse son personajes que intentan huir; sí, huir, diluirse en los profundos blancos de las telas.
    Pocas veces los fondos fueron tan infinitos de futuro-pasado.
    Porque esos personajes saben que están aquí, en el ahora absoluto fuera del tiempo de los calendarios y de los relojes. Y están más cuanto menos personajes parecen.
    Están vivos, en permanente mutación de formas, de formarse, deformarse, desformarse, de hacerse y deshacerse, de crearse y descrearse, desde la época lejana del origen de las cosas y de las gentes hasta la época lejana del final de las cosas y de las gentes.
     Apenas se detienen un momento, ahora, como los vemos; y cada vez que los vemos.
    En cuanto dejemos de mirarlos se cambiarán, se transmutarán, se trasladarán incluso de unos cuadros a otros, se intercambiarán de sus lugares en el espacio de la amplia y espléndida obra de Carlos Méndez, que, por extraordinario pintor no es más que el medio que ellos han escogido para el eterno juego de la creación que es el Arte.
    Así, son nuevos cada nueva vez que los miramos.
    Y óiganlos.
    Nos hablan diferente cada otro momento que seamos capaces de entablar con ellos una conversación de silencio en la que pueden contarnos las muchas cosas que saben.
    Han estado, están, con todos los mundos, en todas las vidas; han sentido, sienten, todos los sufrimientos, todas las alegrías, todos los deseos, todos los triunfos, todos los desastres, esas tragedias, esas desesperaciones, las desesperanzas.
    Desde todos los rincones donde se nos insinúan, desde los más amplios espacios hasta desde esos puntos casi jeroglíficos donde parecen esconderse, desde donde se asoman, es muy posible que nos estén invitando al misterio de hacernos sentir que son el alma de todos los hombres y todas las mujeres.
    A mí me sugieren emoción.
    Quiero algún día quedarme a escondidas entre estos y otros y todos los cuadros y los dibujos y los grabados y todo lo que ha hecho y todo lo que hará Carlos Méndez, sin que esos personajes, esas formas, esos colores, esos trazos, sepan que estoy, aunque ya sé que es difícil esconderse de ellos, para poder oírlos en sus charlas entre ellos, e intentar aprender emociones nuevas sólo reservadas a los privilegiados.
    Sí, las emociones se aprenden; si se está atento, en permanente vigilia, que no nos encuentre dormidos la llamada del maestro.
    La obra de Carlos Méndez lo es.
    Sus personajes, claro, que saben todas las cosas de las sensaciones y nos proponen, hasta límites de no sé donde de nosotros, que los acompañemos a sentir el escalofrío de la belleza, aprendiendo emociones nuevas.
    Por ahí, por esos alrededores, debe de andar ese mundo misterioso y definitivamente incógnito a lo que se llama Arte.
    «Mamá, cuando sea mayor quiero ser personaje que pueda obligar a que Carlos Méndez me siga pintando, para ser todo el sentir del Hombre y evite esa larga agonía en que la Humanidad se está perdiendo.»


= = = = = = =



Para la exposición de Juana de Batlle, Fulgencia.
30 junio 1993, en Gall Blanc, La Bisbal, Girona



            Han sonado ya los dos golpes que desde el escenario, con el telón a punto de levantar, suenan resonando hasta el último rincón del teatro; sólo falta el tercero.
            El público ya inmóvil en sus asientos, ya en silencio, expectante. Ya fijas
        las miradas en algo que esperan ansiosamente y que el telón todavía les impide ver, que sólo empezará a subir cuando suene el tercer golpe, que no se hará esperar y que se oirá apenas después de la misma breve pausa que duró del primer al segundo golpe. (Ya se sabe, y ésto no está en el texto, que los golpes van significados por la cantidad de ellos).
            Y ahí, en ese instante está, con presencia definitiva, la obra de Fulgencia. Son personajes del gran teatro en el que ellos mismos son actores y espectadores. Sus miradas escrutan el silencio de la eternidad desde la que fueron creados. Esperan la voz del primero que tenga que hablar. Ninguno sabe quién es. Esperan inquietantes. La obra de arte es eterna. Y Fulgencia es Arte. Seguro.


= = = = = = =



Carta a Juanita de Batlle, después Fulgencia,    
para la exposición, en su masía de Riudellots de la Selva -Girona-,
de la obra de Ángel Compairé - Noviembre 1992



            Es asombrosa esa capacidad tuya de descubrir a los nuevos artistas que das a conocer en tu casa de Riudellots de la Selva.
            Y además, da la impresión de que logras con ellos una sorprendente complicidad que enaltece el resultado de la impresión que produce la obra.
            En esta ocasión se me ocurre que haces de cartero.
            La obra de Ángel Compairé es una exigencia a que no se nos olvide lo importante que es la fraternidad de la comunicación del escribirse cartas, costumbre que se está perdiendo.
            Y lo hace acariciando los colores hasta darles esa tenue transparencia que permite el paso de los susurros que parece que quieren explicar misterios, seguramente alucinantes, a los que queramos y seamos capaces de comprender las palabras.
            Ha logrado una atmósfera de belleza inquietante, una amarga ternura de la nostalgia.
            Pero con la violencia de una llamada a la responsabilidad de estar atentos; de los murmullos surgen insistentemente los gritos de protesta, que deben permanecer vibrando en interminables ecos para que nadie se adormezca.
            Y en la aparente confusión de esos mensajes, tan dirigidos a todos que cada uno debe encontrar el que le viene dirigido y entonces le será inteligible-audible, se presiente la armonía musical que siempre hay en todas las voces sinceras que manifiestan sentimientos. Por ahí anda la verdad.
            Y el equilibrio que invita a la meditación.
            Se diluyen las formas que sugieren intenciones argumentales aleándose por colores tan bien combinados en tan suaves soledades, colores felices en su delicada uniformidad, colores esfumándose en su propia felicidad, que envuelven y se mezclan con volúmenes en movimiento, cosas, unas cuantas cosas, que siempre ocultan algo, rasgos que no quieren que se les descubra como palabras a los que no quieren saber leer, sumergiéndose en lo infinito-eterno de la sensación abstracta hasta que nos cosquillea esas sutiles pulsaciones que se aceleran y culminan en la gran emoción indescriptible que nos hace sentir la ceremonia del Arte.
            Es también de las pocas obras en que en cada cuadro están todos los cuadros; cada uno tiene la calidad de todos juntos. Es éste un misterio muy largo de explicar, que no viene ahora al caso. Pero tan extraordinario como para que no muchos pintores lo logren; no se puede hacer intencionadamente. Por ahí anda también la verdad, que tan pocas veces se alcanza.
            Muy bien, Juanita de Batlle, podría decirte muchas más cosas pero voy a limitarme a felicitarte por este nuevo descubrimiento que es este Ángel Compairé, al que no conozco.
            Cuando lo veas, dile que he recibido su recado, que me he emocionado viendo, sintiendo, pensando, imaginando para mí, esos cuadros suyos que he visto en tu casa.
            Y que tampoco importa que él no me conozca a mí; soy amigo suyo.

= = = = = = =



Para Rodolfo Häsler y Armand Cardona Torrandell
en la inauguración de la Galería Quorum de Sant Cugat. Diciembre de 1983



    ¡Atención!

    Voy a ver si sé sonar la música de los halagos,
    a golpes de hostia, claro,
    a los amigos
    Cardona y Rodolfo.
        No hay nada, absolutamente nada por lo
        que se les pueda mutuoidentificarse como
        amigos;
    ni estilos, como ya se ve,
    ni gustos,
    ni ideas,
    ni orígenes, ni escuelas,
    ni siquiera grupo, ni siquiera léxico, ni siquiera
    cultura...;
        Pero ellos no lo saben.
    Eso sí, caminan igual; desde sus volúmenes.
    Y aparte de algunos vinos repartidos ¿cuántos
    hectolitros en tantos años? y algunas cenas multicompartidas
    ¡cuánta gente nuestra, tan diferentes, alguno para siempre
    compañero ya sólo en el recuerdo!
    jamás ha habido el propósito de una obra en común.
        Mi primera impresión sobre el proyecto de
        esta exposición con que se inaugura esta sala fue de
        ¿qué diablos hacen en la misma muestra, a dúo solitario,
        en una confrontación imposible?
    Pero el compromiso, la conducta, o como mejor se defina
    cuando se trate de relación entre dos personas,
        es imprevisible.
    Preferiría que fueran enemigos entre ambos;
    y, naturalmente, amigos míos, como lo son
        pero por separado
    para que mi confusión en esto de los celos
    pudiera tenerla más dilucidada, o algo así.
        En esta circunstancia tendré que evitar oír
    todo comentario respecto a quién es mejor, cuál
    es la mejor obra...
        Que no me lo diga nadie.
        También.
        Que no me pregunten cuál es mi opinión.
    Nunca había escrito algo en que me sintiera con
    tanta responsabilidad.
        Häsler y Armando.
        Ahí están ellos.
            Con emociones diferenciadas
    en sus manifestaciones,
        en la mutua y común emoción única
        que nos producen sus obras
        que son exclamaciones sublimes de la creación
    con la enorme sensación de independencia
    por la que los dos han luchado,
        con la que luchan
        por
        y
        seguirán luchando
    en la propuesta de que la libertad,
        Libertad, sin añadidos que la minimizan,
    Libertad,
        es todavía posible
    aún en este mundo de los hombres que tanto dudan.
        Y ahí,
        aquí,
        así,
            en esa emoción tan extraordinariamente abstracta
    que producen las obras de ambos, es donde,
        en la sensación de que la Libertad es posible,
        donde ellos son amigos,
        y míos.
        Y con aquellos que sean capaces de sentirlo.


- - - - - - - - - - -

    Barcelona, 30 de Noviembre de 1983.

    Queridos amigos Armando Rodolfo
    Cardona Häsler Torrandell:

    Espero que al recibo de ésta os encontréis bien de salud,
que la bien bien gracias a nosotros que todavía y para siempre somos capaces de seguir haciendo la obra que nos impulsa a ser amigos sin saberlo pero que los ojos se me nublan por sentir ya en mí como también míos esa mierda de garabatos de colores y cosas que tenéis colgados en esa galería que parece ser que se inaugura en San Cugat del Vallés. Y lo que me da rabia es que todavía pueda haber quien por quienes siento la mayor pena no sea capaz de sentir esta cosa enorme que le llena a uno de eterno universo muy acá dentro que lo hace sentirse     infinito porque los ojos se nublan en la mirada que se hace líquido calentito.

                Gracias amigos, por vuestra amistad,
                        José María Nunes


= = = = = = =



Para la exposición de Fresquet. Octubre 1978

    

    ¿Cuál es la raya más larga en el infinito, la que viene del pasado o la que va hacia el futuro?
    Perfiles de gente que corre ¿que huye?.
    Perfiles de exhalaciones ¿o de gente que grita?
    ¿Qué gritan, si gritan?
    De temor, de odio, de llamada a cualquier realidad aún no encontrada.
    Tal vez griten a la transparencia; porque son personajes transparentes.
    En el aire, en los árboles, en las flores, en las cosas que también transparentes no son cosas con definición, sin nombre.
    Son cataratas de hojas los ambientes donde se diluyen con sus exclamaciones, que tal vez también exhalaciones.
    Cataratas de voces que se traspasan, en una liberación que no se hace febril porque la ecología es sedante.
    Ecología humana es la propuesta.
    De los humanos liberados, libres de viejas ataduras que por también transparentes no dejaron de ser torturantes, de reclusión, de represión, de incomprensión, de ojos cerrados aceptándose víctimas.
    Ecología humana ansiada calma, ansia de final del gran cansancio. Las bocas abiertas son expiraciones del último momento de otros tiempos no comprendidos, impulsados los cuerpos lo que de sutil queda de ellos hacia la huida, la búsqueda, de ese otro aquel mundo de ¿quién no lo ha soñado? ¿quién no lo ha deseado?
    Dejaron su peso muerto de entes físicos en viejas ataduras, vendajes que engañaban simulando curar, y todavía quedan algunos destrozándose en cuadrículas de cruces que estallan, troncos que se sacralizarán cuando quedados en trozos se ingravida la transparencia del recuerdo de lo que tal vez fueron sin querer y huyen corriendo, volando, empujados por el viento, ¿contra el viento? flotando, flotando, el aire es hojas, flores, colores, suaves colores que se difuminan como, como... otra vez la palabra transparencias, me gusta y me emociona. Lloraré con ellos aquel atardecer en que me sienta envuelto en, el clima, la atmósfera, la estación, en el cualquiera de esos colores-aire de esos personajes perfiles que huyen exhalación de pasado, aspirando hacia el futuro.
    ¿Adónde irán a parar?
    No sé, no importa. Querré un día ir con ellos.
    Ahora mismo, si ya me realizara transparencia, aspirando un aire, ése, que nos han prometido de la eternidad y que Fresquet ¿no sé si lo sabes, amigo? brutalmente intuye.


= = = = = = =



Para Keith Patterson. 31 diciembre 1974



    Equilibrar lo roto
    ordenar lo disperso
    coordinar lo ilógico

    azul color de ojos de niño
    y piel joven al sol el otro color
                   ni marrón, ni calabaza, ni amarillo
                   muerto, ni... ¿cómo será el nombre
                   apropiado a aquel otro color?...
    también está el color de piedras alisadas por el mar
    el color de las olas
    el de puertas asomadas, ensanchadas las rendijas por el
                   insistente color de viento
    y sillas inasientes
    hasta restos de piratas tal vez haya

    Keith no parece haber nacido nunca
    o
    parece no haber nacido jamás

    Porque en su obra renace algo, lo hace nacer
    a él
    a la obra
    a las cosas de la obra
    que ya no son cosas
    ni obra
    ni él
    sólo algo que nace
    o se anuncia
    a los que estamos delante y nos sentimos envolver
    por dentro y por fuera
    en color de ojos
    en color de piel
    en relieves, olas, hendiduras, precipicios, cielos
    los cielos siempre fueron infinitos
    en mares, vientos, bosques, calzadas, hasta subterráneos
    hasta nubes, también un poco de nubes
    y ruedas
    la rueda de todas las cosas que se descubren
    respirando, pulsionando, oliendo...
    ¡Eso es! oliendo a eterno
    sonando a...
    ¡absoluto!
    Un día, a escondidas, cuando esté muy seguro,
    muy seguro, de que nadie me verá,
    pasaré la lengua
    con la certeza de saber de un nuevo sabor
    Ya rocé las puntas de los dedos
    así, así, muy suave, suave; ya sé lo que es otro estremecimiento nuevo.        

    No. Si dijera éxtasis, me indignaría.
    No es éxtasis; no, no. Sería absurdo, por blandorro.
    Es una especie de cierta inquietud que nos obliga a la seguridad de
    que en algún lugar hay algo
    en algún cuadro
    en todos
    en cualquiera de ellos
    en algún cualquier rincón de todos
    en cada punto; espacio que ocupa lo infinito
    Sí, se nota; es un bello ejercicio hasta sentirlo
    Y entonces...
    eso
    lo algo, lo eterno, lo absoluto

    El hombre que piensa, que siente, que sabe algo de sí, que se sabe
    es inmenso

    La obra de
    y él,
    que está en cada ínfimo punto de aquel que antes describí
    Keith Patterson
    nos lo susurra a través de los sentidos
    todos
    Cinco multiplicando por cinco
    si no, no se logra
    cinco por cinco
    por cinco
    por cinco, y otros cinco, y otros, y más
    así siempre hasta donde cada uno seamos capaces

    ¡Eh, Keith! No te vayas tan lejos!
    ¡Espérame!
    Voy contigo


= = = = = = =


  
Para José María Guerrero. 26 diciembre 1974. Exposición Galería Lleonard



    A José María Guerrero,
    en andaduras compañero de vinos
    y noches y charlas y rabias y días
    llenos de resplandores que prometen
    nuevas calles y nuevos paisajes deseados
    con la desesperación de arrrrrañar con los dientes
    para llenar después de lágrimas los surcos
    en los adoquines en las escaleras en las paredes
    y el cielo arriba tan alto tan alto
    todavía inalcanzables tan arriba
    guardando el secreto
    que está dispuesto a ofrecernos en cuanto lleguemos
    y lo hagamos como él quiere que lo hagamos

    y tú lo haces ya, ahora mismo; cualquier acción para luego es tardía
    gemido y sudor en el ascenso
    tus personajes, todos, hacia arriba
    algunos gritos, un solo grito; enorme, enorme, enorme-enorme
    nunca un llanto en ellos, en ninguno
    nunca ninguna cabeza bajada
    y en todos, también, la oculta sonrisa de la alegría dormida,
                                        esperando
    son personajes transformables
    mañana serán otros, los mismos-otros
    y les brotará la risa tan largamente amordazada
    por lo que se escondieron a veces,
    se hicieron clandestinos en colores y formas de abstracta sensación
    en la que gran compañero a veces también amigo, el miedo, no andaba lejos
    pero siempre un susurro por los rincones
    en los huecos rendijas bocas disimuladas
    ojos de ver más allá
    dientes que algún día morderán
    siempre en susurro por los rincones
    a alentar el ánimo
    diciendo amigo


= = = = = = =



Para Pilar de Insauti, arquitecto en Valencia, también amiga por mujer entonces
del amigo José Vigil, asturiano, y entonces también estudiante de arquitectura en Barcelona.
Hacia 1973-1974.

    


    Cuando todos los volúmenes sean transparentes, el hombre será eterno.
    Podrá quedarse en ese ínfimo punto infinito; aquí mismo.
    Viéndolo todo.
    Todo.
    Y tactándolo, oliéndolo, oyéndolo, gustándolo; también.
    Desde todas hacia todas partes; desde siempre hasta siempre.
    Los siempres «es» la perspectiva desde antes hacia después.
    Perspectiva única, naturalmente; por absoluta.
    También viéndose, claro; y tactándose, oliéndose, oyéndose, gustándose.
    Y sobre todo sabiéndolo.
    Claro. Diáfano. Etéreo. Inmenso; de no tamaño, ni peso, ni longitud.
    No hay cuarta dimensión. Innecesaria.
    El tiempo ya no serán los relojes. Ni los del Sol.
        
    Los árboles milenarios serán el primer brote y en la primera semilla
estarán respondidas las preguntas que ya no se harán de si primero fue
la gallina o el huevo.
    La vida no es un accidente.
    Transparentes la piedra más inerte y la ceniza más leve y más muerta dejarán ver, sentir, la vitalidad indivisible.
    Y desde sí, aquí mismo, también sentirán y lo sabrán.

    Indivisibles los sentidos; ver, oír, tactar, oler, gustar,
no serán privilegios.
    Y viajarán a través de los volúmenes, ya en ellos también esa facultad, porque la transparencia no será solamente visual, también táctil-auditiva-
gustativa-olorosa.

    Por ahí anda intuyéndose, insinuándose, eso, a lo que llamamos belleza.
    Además.


= = = = = = =




También para Pilar de Insausti,
que hizo dos exposiciones casi o al mismo tiempo



    Nadie sabe, no sabemos, en qué instante preciso, ese mismo, se separa o dónde están unidos eso llamado vida eso llamado muerte.
    Debe haber algo de inmensa inmovilidad en ese átomo del tiempo que el hombre contabiliza.
    En el que se oirá sin duda el más bello sonido de todo el ruido
del universo; del que se tendrá, seguro, la más bella visión de la totalidad.
    Aunque venga siendo rechazado por el consciente más vulgar, ese de todos los días, es con toda certeza el momento más deseado por el inconsciente interesado en saber algo de nosotros.
    Sabernos de nosotros.
    Buscándonos, hacemos ensayos de intuir ese pequeño tiempo de cuya grandiosidad sólo se logran mínimos resultados por enorme, desde nuestra medida, que sea la obra realizada.
    No hay entonces dimensión ni importancia, imposibles y absurdas las comparaciones, entre una raya del material más innoble sobre el más grosero papel y cualquiera de esas siniestras catedrales de lo que sea construidas
a fuerza de vidas de hombres, calcinados los huesos entre calcinadas piedras, peso muerto sobre la humanidad frágil.
    Pero ahí está, sin embargo, el hombre ante su obra ensayando descubrir sintiéndose en aquella grandiosidad presentida.
    Y reflejo de ello, el mínimo resultado, es la propuesta a que el otro
hombre, el ente-activo-espectador, se identifique posibilitándolo, obligándolo incluso, en el ensayo de descubrir sintiéndose también en aquella grandiosidad
que puede presentir.
    La obra es entonces más ampliada, camino de más absoluta, cuanto más observada, sentida, asimilada, comprendida, aceptada.
    El juego es ineludible.
    Necesario.
    Para saberse más cada uno de sí.
    En sí mismo.
    Sabernos.


= = = = = = =



Para la exposición de Keith Patterson en Galería Nova. Hacia 1972 o 1973

    

    Todos un solo y siempre mismo viaje sedante, que descansa en añiles de cielos sin polución.

    ¿Es un cometa eso que por ahí corre quemado el cuerpo por lenguas de fuego, que lo cruzan diagonal, de la velocidad hacia el vértigo?    

    ¿Cómo pueden ser las charlas de esas esperas?
    Una espera en cada cuadro.
    ¿Cuadro?...¡Cuadro!... ¿Qué quiere decir cuadro? ¿Qué es cuadro?
    Y esas piedras deben tener algo que ver con la comunicación entre los tiempos;
    atentas a receptar y a emitir.

    ¿No dan ganas de acercar la boca y gritar en los círculos agujeros que invitan a ser asomados ofreciendo mostrarnos la profundidad que cada cual logre verse, logre saberse, logre perderse?
    A ver hasta dónde llega nuestra voz, si algo tiene o sabe que decir, y qué sonido nos responde; porque ya se sabe que nunca será eco.

    ¿Los pasos de cuánta gente es buena en esas huellas?
    Buena para hollar la tierra, el mar, el cielo, las cenizas, el aire,
hollar de hoyo de huella de caminar que no se cansa porque el infinito está ahí mismo en cada quienquiera-bueno-huella; bueno de válido, de apto.
    Quienquiera, quienpueda, quiensepa, quien «sea».

    La sabiduría es amiga al alcance del reposo de los ojos todos sentidos,
oler y oír sobre todo.
    Llamadas de la lejanía presentida por aquí mismo alrededor.
    Bocanadas de brisa, también tactar, alientadas de sudor de millones de poros por donde se ha desaparecido. ¡Halajop! multitudes escondiéndose, primero la cabeza, de centinela el miedo.

    Quien-crea que quiere refugiarse en la paz de esos viajes, esas esperas,
en casi forma de casi cuadros, se sentirá incómodo forzado a una responsabilidad de perspectivas sin punto desde donde apoyarse y partir.
    Partir. Estar yendo.
    Salobre la tierra mojada; también gustar.
    
    Fango. Nubes. Rincones incógnita. Algunas cenizas todavía con restos de formas; toda la ceniza pasó, está pasando, la gran colada purificando absoluto fijando fosilizando para que escape el tiempo a sumergirse, irse, preparados los colores, añiles, y los otros, de atmósferas sin polución, mares, pisadas,
agujeros redondos, piedras, piedras, ¿piedras? presiente, anuncia, explica,
¿quién habló de otra dimensión posible?

    Esos viajes todos y siempre, único viaje, el cometa quemado, ¿mejor llamarle nave? Madero quemado es su nombre. Pero no se puede explicar ni encontrar el nombre de su sonido.    
    Como el de las piedras que vibran zumbadoras ¿qué comunican? ¿y a quién? ¿y con quién?
    Ahí están los puntos de contacto posible ¿posible? en otra dimensión a cualquier alcance de quien no duerme muriendo.

    ¡Ah! No se queden atrapados, ¡cuidado!, en las redes o sesteando
en los juncos o espartos trenzados de bellas formas.
    Son puertas a caminos de mucha responsabilidad.


= = = = = = =

Keith Patterson


Para una carpeta de seis grabados de Daniel Argimón, que titulé «A condición de» pero no recuerdo si llegó a utilizarse este texto, ni en qué fecha más o menos



    Las maderas chocan en los puños, arremetiéndolos;
    chocan las paredes muros rocas montañas o aire;
    también los hierros chocan.
    Los puños quedos gimen se encogen contraen amoratan enrojecen,
    ¿antes o después?, gotean, gotas aplastadas esparcidas extendidas,
    se humedecen e imprimen
    e impregnan
    y se permanecen vibración temblor sacudida de liberación
    intentada.
    Los años reloj, ese tiempo, impiden oír los lamentos tan estirados
    como los colores cambian,
    sutil maceración,
    porque el choque continúa; no lo vemos, no lo oímos, no es sensible
    nuestro tacto,
    ni lo olemos, sin alcanzar siquiera el regusto que seguramente nos deja,
    finito el otro tiempo ya desconocido;
    porque el choque aquí somos, sólo presente, presionándose, aplastándose, fundiéndose,
    los puños rabia, ira, y compasión triste de abandono
    y tristeza que suaviza el miedo.
    El papel arranca de los moldes las noticias en el propósito de borrarlas y que se regresen a
    inexistentes, para que a su vez, digna regresión, vayan a desaparecer el suceso;
    y los puños descansen.
    Las manos pueden aprenderse abiertas.
    Alisar los moldes, último toque.
    Untar las tintas, una a cuántas cuando como sea;
    a embellecer sentidos.
    Todavía posible.
    A acostar papeles, de tacto caricias; ese viejo eucalipto noble.
    Y el último, grande, gemido susurro roce.
    El tiempo es otro.
    Ahora.


= = = = = = =



Para Armando Cardona Torrandell, para algo que no se hizo sobre su
serie de las Numancias



    Armando Cardona Torrandell vive en batallones de almas de corazones y mentes.
    En guerra. Numancia, las Numancias, es una de ellas.
    Todos vencidos, los otros.
    Sólo invictos los batallones de almas de corazones y mentes.
    Perdidos.
    Todos se buscan; desesperación y éxtasis.
    Individuos en la confusión.
    Las masas es la masa, amorfa, gelatinosa y pegajosa porque la putrefacción tiende a unirse en una viscosa ansia de permanencia.
    El alma es personal y hace a los individuos en la colectividad.
    Cardona Torrandell es gran dueño de la muerte. La conoce, la combate. Y la vence.
    Para hacer invictos a sus batallones.
    En los que vive.
    
    Ninguno inmóvil, nunca un descanso, ahí están atentos, más allá de adentro y de afuera de ellos en cada uno o cada todos los ojos son campos humanos, las mejillas, el mentón, batallones de gentes.
    Y en los ojos de cada uno de ellos de esas gentes, más campos, selvas, cielos, océanos, de humanidades que se niegan a morir, invencibles e incansables, irreverentes, rebeldes, insumisos, dejado atrás lo que son de masa, que se
amorfa, que se apudre, que se agelatina y se apega.
    Las guerras son para los muertos.    
    Nadie venció nunca una guerra.
    La historia de las batallas ganadas que nos enseñan en el colegio, engañándonos, de los héroes que fueron nuestros reyes y nuestros antepasados todos, es una esquela mortuoria para goce de los sumisos y los mansos que van al cielo.
    Cardona y sus batallones de las Numancias no quieren ir al cielo.
    Se quedan aquí.
    Aquí.
    Ahora es siempre.
    El universo está ahí, aquí, en cada uno de ¿los puntos? ¿los trazos? ¿las rayas? ¿los colores? ¿las caras? ¿las bocas? ¿las desesperaciones? ¿los gritos? ¿las risas? ¿las burlas? ¿algún llanto? ¿alguna borrachera?.
    Eso, alguna borrachera; el universo está ahí, aquí, en todo ese entusiasmo de saberse vivo, caminando, como los elefantes que no morirán jamás hacia ese cementerio que no encontrarán nunca.
    ¿Y aún tanto por hacer!


= = = = = = =



Nunes observando la obra de Patterson