Entrevista aparecida en la Revista La Hora, 1957
Carlos de Arce



        Hace tiempo oí hablar de Mañana ..., y unos días atrás me presentaron a su director. Grandes bigotes, gafas de sol, pero que se quita cuando habla para que veamos sus ojos serenos, inocentones, cargados de bondad y sueños.
        José María Nunes, uno de los directores más jóvenes y con una indiscutible personalidad en el cine, está casado y tiene un par de mellizas. No gana dinero, pero su esposa no quiere que se dedique a hacer cualquier película. Él asegura que es la única manera de ganar dinero y no pasar hambre. Hasta ahora hizo una genialidad o, al menos, una película de discusión.
        Nos reunimos en un bar de las Ramblas como pobrecitos poetas.
        - Define el cine español.
        - No existe nada definido. Puedo decir del que se hace en España, porque tampoco existe cine alemán o francés. España sufre las mismas causas y progresa igual que el universal. Esto es la misma película reproducida hasta el infinito para dar gusto al público hasta imitarse los unos a los otros.
        - ¿Crees que has hecho cine con Mañana ...?
        - Mañana ... es el primer escalón de una imaginaria escalera al final de la cual está el cine.
        - ¿A qué se debe que la hayan acogido tan mal?
        - Toda la prensa la acogió bien. Acaso a la gente sensata les gustaría más que fuéramos montados en el mismo tranvía. Pero prefiero marchar a pie.
        - ¿Piensas seguir haciendo películas de ese corte?
        - Tengo una única ambición: hacer una película de este tipo al año aunque no realice más. Sin embargo, no creo que pueda, y voy a meterme en el tranvía. Yo soy pobre.
        Su gesto es más que expresivo. Enrique Josa, que está con nosotros, le mira y hace una observación sobre la pobreza. Con café con leche se nota demasiado.
        - ¿Hiciste esto para destacarte de los demás?
        - No lo pensé así; pero si es, me alegro mucho. Aparte de ello, a todos les gustaría destacarse. ¿Por qué no lo hacen? Es bonito.
        - ¿Nos metemos con alguien?
        - No. No está en mi ánimo. Son ellos que no me quieren. Porque en el cine todo son pobres gentes que luchan y a duras penas se defienden.
        - Entonces tú eres un genio.
        - Inteligentito a secas. Y no sabes el esfuerzo que me cuesta serlo.
        - ¿Puedes explicar eso de que rompieran en Granollers las butacas en señal de protesta por tu película?
        - Eso es igual. Yo llevo veintimuchos años pensando constantemente. Me acostumbré a la idea de que todo el mundo piensa... y no piensan.
        - Pero el cine lo hace el público.
        - Mi película también tiene sus partidarios que la defienden violentamente.
        - Pues no ha tenido el éxito de El último cuplé.
        - Son pocos a quienes no les gusta El último cuplé.
        Pero dicen que eso es cine. ¿Acaso lo tuyo es un churro?
        - Prefiero seguir haciendo churros.
        - Entonces no te gusta la música y el folklore.
        - Me encanta y haré alguna película sobre ello, pero en una digna aplicación al cine. Seré justo. Lo que no debe hacerse es limitarse a cinematografiar muchas, muchas músicas y folklores. El éxito de El último cuplé no es como cine, sino como película que «ha retratao» muchas de esas músicas que los que no piensan repiten tan bien.
        Todo esto con respecto a lo otro. ¿Y el cine?
        - Yo considero que el cine no tiene definición. «Lo otro» son argumentos que se filman. El cine como arte es lo que no podría leerse en una novela ni verse en el teatro.
        - ¿Sigues entonces las rutas de Dreyer, Eisenstein?
        - Estos, ante la necesidad de explicar cinematografía, no tuvieron tiempo de hacer una obra cinematográfica.
        - Pero el cine...
        - Hay un problema. Desligar totalmente la industrialización del espectáculo que puede hacerse con los elementos que lo forman.

Nunes en El Cortijo, Barcelona c. 1950

        - ¿Pero tú que haces?
        - A mí me gusta el cine y lo amo hasta el punto de que haciéndolo no pienso en el público. Sin embargo, estoy obligado a hacer películas, porque de esto vivimos mucha gente. Y el público no está acostumbrado al cine. Si entrase en la sala predispuesto, llegaría a entenderlo y hasta tendría emociones. ¿Quién entiende la música? ¿Qué argumento posee? Y se la ama.
        - ¿A qué se debe?
        - Estamos en los albores. Sólo son cincuenta años de vida y siempre lo hemos utilizado con gran movimiento de capitales. Por ello tiene que ir luchando contra lo que sustenta.
        - ¿Hacer cine tiene más gastos que escribir una cuartilla caprichosa?
        - Las películas se han ido encareciendo porque dan dinero. Pero con un presupuesto mínimo pueden hacerse grandes cosas. Yo voy a hacer una película con pequeños trozos recogidos por las calles que uniré con un argumento.
        - ¿Tu postura?
        - Estoy hecho un lío. No es que no sepa lo que quiero y lo que debo hacer. Si no me gustara como me gusta el cine, me habría retirado. No obstante, preparo tres películas comerciales.
        Enrique Josa, su colaborador en las nuevas producciones, se ríe y dice que no es cierto.
        - Es fatal -asegura Nunes-. Empiezo un tema con el propósito de que posea todos los trucos de público fácil. Cuando lo leo una vez terminado, no hay nada. Para no hacer muchas concesiones, restrinjo. Y para que no haya escenas sin concesiones, las doy. Al final, ni lo uno ni lo otro.
        - ¿Tiene explicación?
        - Por encima de la intención creable, siempre se manifiesta el instinto. Después de tres escenas, todo vuelve a liarse. Me desespera no poder sujetarme a un guión de otros.
        - Deja de pensar y sigue la mecánica.
        - Entonces no debería escribir el guión. Cogiendo varios y deshojándolos en una cesta los barajaría y cogería escenas para hacer películas como todos. Bardem, nuestro número uno, lo hace así. Tú debes fijarte en que en todas las películas existe un camerino, una bôite, un hotel elegante, la fachada de un teatro, el parque, un vagón. Todas tienen alguno de estos elementos esenciales. Las hay que poseen hasta cinco. Todas tienen las mismas vistas excepto las mías. Porque lo que no puedo hacer es poner un espejo y reproducir todo. Yo busco ser sencillo y no original a la manera de todos.
        Paseamos hablando de cine. Le hace ilusión jugar con las ideas y ver las palomas. Comen, vuelan como el violín de su película inspiración. Me asegura que el cine vanguardista no existe porque desde los principios se viene haciendo lo mismo. «Lo que pueda hacer hoy no lo deje para mañana. Pero es tan maravilloso pensar en mañana...» Ese mañana envuelto de poesía, esperanza, alegrías o desengaños. Pero mañana...
        No hay derecho que la gente se pegue por ver Fantasía y luego rompa butacas porque Mañana ... no la firma Walt Disney.