Biografía

        El dos de febrero de 1930 Nunes decidió nacer. El mismo día y mes que Joyce, pero 48 años más tarde.
        Nació y dijo: «Hola soy Nunes», bueno, no lo dijo, claro, pero lo pensó. Y desde entonces nunca ha dejado de pensar.

Retrato del artista como homemzinho

        De Faro a Sevilla donde los niños de la calle le preguntaban sobre los partidos y él entendía que le hablaban de política sin sospechar que el balonpié levantaba aquí muchas más pasiones.
        En Portugal además de la enseñanza primaria había tenido oportunidad de iniciar unos estudios de solfeo y piano, instrumento que sigue practicando ocasionalmente.
        Se traslada a Barcelona.
        Él y su familia se instalan en una barraca situada donde empieza la montaña de Montjuich, al final de la calle Poeta Cabanyes, después de una empinada escalera. En la misma calle, un poco más abajo, vive otro muchacho, Juan Manuel, que suele jugar a fútbol con su hermano, más tarde grabaría su primer disco como Joan Manuel Serrat. Otro asiduo al balón era Olivella, el futuro jugador del Barcelona.
        Desde ésa barraca contempla Barcelona. Sobre todo de noche. Sus luces, sus neones. Toma la decisión de conquistar la Ciudad, de hacerse oír. Lo consiguió. Lo consigue.

        Veamos con más detalle esta etapa descrita por Lorenzo Soler en una entrevista realizada en 1966.

      JOSÉ MARÍA NUNES, un hombre en libertad
      por Lorenzo SOLER

          "Noche de vino tinto" es una de las obras más rabiosamente personales del nuevo cine español. Detrás de ella, un hombre prácticamente desconocido del público: José Mª Nunes.
          ¿Quién es José María Nunes? Cinco films dirigidos no bastaron para que este hombre sincero, inquieto, libre y desconcertante, encontrara un lugar dentro de nuestro desolado panorama cultural.
          Por ser "Noche de vino tinto" el esfuerzo más valiente realizado en España hasta la fecha en pos de una renovación del lenguaje fílmico, por constituir el filme que, entre nosotros, ha llegado más lejos en la búsqueda de nuevas posibilidades expresivas del cine y por ser una obra sentida y consecuente, vamos a conocer la personalidad de su autor.

      Del Algarve a Barcelona
          José María Nunes nace en Faro, al sur de Portugal, en 1930, hijo de obreros. Nebulosas impresiones de su infancia ya van unidas a vagos recuerdos de tardes de cine en compañía de su abuelo. Niño todavía, el espectáculo le deslumbra.
          En su patria transcurren los primeros años de su vida. Nunes es un niño estudioso, concentrado y serio.
          Sus padre emigran a España cuando José Mª tiene doce años, buscando un horizonte más despejado para ellos y sus cinco hijos. En Sevilla, la ciudad donde primero se establece la familia, Nunes asiste a la escuela y se familiariza con el idioma. Uno de los primeros libros que lee en castellano le fascina. Se trata de "Cómo escribir un guión cinematográfico", de Enrique Gómez. Por primera vez la técnica del cine se le desvela. Antes de cumplir los trece años ya tiene escrito su primer guión, que llega, incluso, osadamente a presentar a una productora.
          Obligado por acuciantes necesidades familiares, su adolescencia es un continuo espigar en distintos trabajos. El oficio de alfarero es, por aquellos años, una de las ocupaciones que más le satisface, por lo que tiene de creación personal.
          La situación de la familia no mejora. El éxodo prosigue. Ahora la meta es Barcelona. A José Mª se le ensancha el corazón. Acaba de cumplir los dieciséis años. Barcelona es la ciudad que él había soñado para que, algún día, se cumplieran sus sueños de hacer cine. Madrid era, para él, el poder, la censura.
      Era, en su imaginación juvenil, un círculo cerrado, un cúmulo de presiones y condicionamientos. Barcelona, por el contrario, se le aparecía como una ciudad más abierta y que, a su vez, le permitiría abrir brecha.
          En realidad todo sucedería como estaba previsto en sus sueños de niño, pero la andadura sería lenta, espinosa. La familia de emigrantes portugueses se ve obligada a vivir en una barraca de la montaña de Montjuich, que será su hogar durante varios años. Nunes, en Barcelona, sigue aplicándose a diversos oficios. Y escribe. En poco tiempo, un mes, da forma a cuatro novelas cortas, -novelas "rosa"-, dos de las cuales consigue vender a una editorial. Se coloca de empleado en una empresa de construcción, de la que su padre era guardián nocturno en una de las obras. Piensa estudiar arquitectura, pero como carece del bachillerato, ello le impide el acceso a cualquier carrera universitaria. Al poco, decide dedicarse a la fotografía, ya como un paso de aproximación al cine que era lo único que, en el fondo, le interesaba.
          "A mí me daba la impresión de que lo de construir, crear cine, era algo muy serio. Hoy todavía sigo creyendo que es mucho más serio de lo que pensé entonces. En consecuencia, yo sentía un gran respeto por esto. Y siempre le daba vueltas. Fue entonces cuando entré en una tienda de fotografía, de aprendiz, ganando 35 pesetas a la semana, trabajando incluso los domingos, porque se hacían bodas y demás.
          Estuve seis meses en la casa y luego nunca más he vuelto a hacer nada de fotografía."

Nunes a finales de los años cuarenta

          En la lenta escalada José Mª Nunes decide entrar en el cine por la única puerta que se abría a sus posibilidades reales: la de figuración. Es en esta situación, frecuentando habitualmente los platós, en la que se entera de una noticia muy importante para él. Enrique Gómez, el autor del libro que le iniciara en los secretos del guión cinematográfico, va a dirigir una película. Nunes se presenta espontáneamente al director y éste lo enrola en su película en calidad de meritorio de "script". Era el verano de 1950. Las restricciones eléctricas obligan a rodar siempre de noche. Nunes trabaja durante el día en la productora, como empleado administrativo, como secretario, como mecanógrafo. Durante el rodaje, la baja del avisador de la película hace que Nunes acepte para sí también este cargo. Se desdobla, se multiplica. Él quiere hacerlo todo en el cine, y hacerlo todo bien, con un gran sentido de la responsabilidad, de la profesionalidad. En la cinta de Enrique Gómez, al poco tiempo, acaba haciendo de "script" y, lo que es más sorprendente, llega incluso a dirigir una secuencia de la película en cierta ocasión que el director se encontraba enfermo.
          "Desde el principio yo he andado con mucho respeto por esto del cine. En los platós yo nunca pisaba jamás un cable, no he tropezado jamás con un proyector, no he hecho nada de lo que la gente, todo el mundo, ha hecho. Yo no. Ninguna de esas cosas que la gente hace por costumbre, porque entran allí. Yo no he entrado nunca en un plató por costumbre, siempre lo he hecho conscientemente."

Press-book de Mi hija Verónica

          Nunes ya ha dado su primer paso. A partir de este momento interviene, sin interrupción, en una larga serie de films: con el mismo Enrique Gómez, con Carlos Serrano de Osma, con Iquino, de "script", de ayudante de dirección o de producción, de actor de doblaje, de todo lo que se le ofrece. De 1950 a 1956 interviene en 29 films. Colabora habitualmente con Iquino en muchas de las películas que se ruedan en IFI por aquellos años, en los cuales llega a ser jefe del departamento de guiones de la casa.
          "Al cabo de tres películas como ayudante, Iquino me había ofrecido la dirección de un film. Se trataba de "Mercado prohibido", guión de Julio Coll. Yo le dije que no estaba preparado para ello y quizás es porque tampoco me acababa de gustar el tema: violencia, narcóticos, que era precisamente contra lo que yo había escrito en algunas ocasiones. No estaba de acuerdo. Yo siempre pensaba que tenía que hacer cosas que estuvieran de acuerdo conmigo mismo."

      "Mañana ...". Director: Nunes
          Llega aquí un momento en que José Mª Nunes empieza a sentir una falta de entusiasmo por todo aquello. Cada film lo inicia con menos ilusión. Entonces, como reacción, tal vez un poco precipitada, pero muy necesaria para el futuro de su carrera, decide lanzarse por el camino de la propia creación.
          "Y, a todo esto, escribía. Entre todo lo que tenía escrito había una idea muy buena, que era "Los mendigos". A mí no me gustan, en absoluto, las películas de "scketchs", pero yo tenía que conseguir, con esa extraña fama que traía de señor que quería hacer cine "experimental", hacer algo. Y mostrarlo, para obtener dinero. Se me ocurrió hacer una película. Tenía gente dispuesta a colaborar conmigo, gente con entusiasmo. Entonces pensé en aquella idea que yo tenía de un mundo viejo, un mundo pasado, un mundo cascado, como era "Los mendigos". Eran cuatro tipos de mendigo. Pensé en hacer un "scket", enseñarlo y, gracias a eso, poder hacer los otros. Así pues, los domingos, el operador, que era Albiñana, el actor, que era Sazatornil, -las más de las veces los tres solos-, íbamos a un pueblo a rodar, con un guión que yo escribía la víspera. Y así hicimos "El Payaso", primer capítulo de "MAÑANA...".

Nunes dirigiendo a Saza

          Un productor joven, Enrique Esteban, se interesa por la película. Su marca "Este Films", respalda una garantía de un millón de pesetas de Mundial Films para el resto del rodaje. La película, insólita, primer intento de un cine auténticamente libre, de autor, resulta por otra parte muy mal clasificada: 2ª B.
          "Los organismos rectores del cine no eran, por aquel entonces, muy propensos a este cine que ahora tanto intenta proteger. Me aconsejaron que "no inventara cosas", que hiciera lo que hace todo el mundo, que yo lo haría muy bien. Pero que no inventara. Y desde entonces, yo, cada vez que he ido a la Dirección de Cine y Teatro, he salido llorando".
          La historia de "Mañana ..." termina cuando la película acaba de nacer. El distribuidor se desinteresa paulatinamente del film, porque éste ofrecíale muy pocas posibilidades. Posteriormente se hicieron unas alteraciones del montaje original y se añadió una voz en off. Pero la película, en este aspecto no llegó a funcionar nunca.
          "Desde 1957 hasta finales de 1960 no sé cómo he vivido, cómo he subsistido, no sé nada. Sólo sé que, en este tiempo, hubo dos intentos que no fueron autorizados. Uno se llama "Piedras", que en la Dirección General intuyeron se trataba de un suicidio. Otro, "El amarillo de tu destino". Entonces dijeron que porque yo era portugués, que si mi preparación, que si tal, cuando estas eran ya mis treinta y tantas películas como profesional".

      Paréntesis: tres títulos
          Tres años de trágica inactividad ponen a prueba la capacidad de resistencia de José Mª Nunes, casado y, ya por aquel entonces, padre de tres hijos. Eran estos los años de la eclosión en Francia de la "nouvelle vague".
          Cannes, 1959. Enrique Esteban y German Lorente regresan del Festival entusiasmados con el suceso. Piensan en un cine nuevo, posible, con gente joven. Piensan en Nunes. De este modo lo vinculan a "Este Films" con la condición de escribir un guión y realizar un film sobre el mismo. El guión se termina. Pasa un año de constantes discusiones sobre el tema, hasta que se decide que ese guión no es comercial.
          Entonces, en quince días, Nunes encuentra y adapta un par de novelas policíacas de tipo popular. Sobre esa base se realiza su película "No dispares contra mí", su segundo film como director. La obra es una vulgar "serie negra" a escala nacional, pero en ella se atisba una preocupación formal que va más allá de la mediocridad de tema. Concretamente la utilización del transfocator resulta, por aquellas fechas, de una audacia sin límites.
          La vida sigue y es preciso vivirla. Nunes acepta un encargo aciago. José Campos, con guión suyo, va a producir un film del que será, asimismo, intérprete. La película se titula, una vez terminada, "La alternativa". Un guión tópico, vulgar, desprovisto de interés, más ciertas dificultades de orden interno durante el rodaje, hacen que la realización se mantenga en un nivel ínfimo. "La alternativa" es una de las peores películas españolas de aquel año.
          Pero no será éste el último encargo que Nunes aceptará para subsistir. Surge de nuevo Esteban. Conoce su guión "Esa chica" y se muestra interesado en producirlo. Poco a poco ese interés se va enfriando, pues, paralelamente, "Este Films" está en trance de coproducción con Italia para realizar "Superespectáculos del mundo". Definitivamente Nunes se hace cargo de la dirección de la parte española de los "Superespectáculos". El resultado es una obra chata, que se limita a cantar una serie de números musicales de actualidad.

      "Noche de vino tinto"
          Es interesante la gestión de "Noche de vino tinto", su película más lograda, en una circunstancia crítica de su vida. Hasta ese momento interviene en los argumentos de "Donde tú estés", "Vivir al sol", hace la adaptación inicial de "María Rosa", está a punto de rodar otro guión suyo, "La chica de los picos pardos" y, sobre todo, sufre un tremendo descalabro moral cuando, tres días antes de iniciar su rodaje,la censura deniega el permiso a la que él considera su mejor película nonata: "Nochera".
          "Entonces yo, fastidiado, enrabiado, un domingo por la noche me pongo a escribir "desesperadamente". Siete días después había terminado de escribir el guión de "Noche de vino tinto", sobre una idea que ya tenía pensada".
          El guión obtiene la calificación de "interés especial" por parte de la Dirección General. Corren realmente muy otros vientos que diez años antes. Conoce entonces a Jacinto Esteva, otro joven e inquieto productor barcelonés, que le brinda su marca y su apoyo. El film que, como antes "Nochera", estaba pensado para ser rodado en 16 mm., de una manera casi documental, en los mismos lugares de la acción, y luego ampliarlo a 35 mm., puede, gracias a ayudas recibidas y a la calificación de "interés especial" realizarse con medios, por lo menos con el mínimo de los medios necesarios.

      Nunes aquí, ahora.
          1966. José María Nunes. 36 años. Cinco hijos. Más de treinta películas como profesional. Cinco films como director. Muchos guiones sacrificados, muchos proyectos que se quedaron a medio hacer. Nunes nunca engañó a nadie. Hizo "su película" o aceptó abiertamente, profesionalmente, las imposiciones de los demás. Por eso sus films, o son obras personales, insólitas, o son tremendamente vulgares. No existe en esto término medio.
          "Cuando escribo mis guiones nunca pienso en los determinados gustos del público. En eso tengo una ética muy seria. Para mí el cine es una religión. Y la obra, una especie de ceremonia religiosa. Entonces yo no puedo estar haciendo una obra pensando en el público, porque esto me parecería un sacrilegio. Yo no pienso en absoluto en el público, porque es la forma de tener el mayor respeto a ese mismo público. Yo soy, en lo que la gente ha dado en decir "mi desprecio al público", el que más lo respeta, porque me entrego totalmente, sin pensar en absoluto en él, para no caer en la posibilidad de que, queriendo atraerlo, lo engañe."
          "En cuanto todos nos desnudemos en esta autenticidad, creo que algo funcionará mejor. Creo que alguien tendrá rubor de ponerse  a decir: yo soy el jefe. Os daré el pan, la vida  las alas."
          "Darte totalmente, hasta el extremo de no notar que estás dándote a algo, o para algo, es fabuloso."
          "Yo creo en los magos."
          "La única virtud del hombre es el egoísmo."
          "No estar atado a nada para, totalmente libre, poder entregarse a todos."
          "Mi obra es la posibilidad de un nuevo universo que ya existe en nosotros."
          "Yo no quiero estar dentro de la entelequia de nuestra sociedad y de nuestro momento."
          
          Este es José Mª Nunes, hombre de cine.
                  
        Las citas del propio Nunes fueron recogidas al magnetofón durante una entrevista con  Lorenzo Soler.


        El propio Nunes prosigue cronológicamente su biografía y matiza algunos puntos anteriores:

      Cuando empiezo a saber que existo es con el primero de mis recuerdos, despertándome en brazos de mi madre y semidormido veo unas enormes imágenes en gris que se mueven aceleradas, confusas, con mucho ruido, sobre una gran pared blanca, que después deduje que era una pantalla de cine, de la que estamos cerca en un lateral como en un palco, caballos que galopan fustigados por el látigo que sacude un hombre vestido muy raro con faldas y gorro, todo extrañísimo, que va de pie en un carro de dos ruedas, hay varios, muchos.
      Es posible que fuera una película de Cecil B. De Mille o Quo Vadis quizás, pero nunca he podido localizar la escena en todas las películas de las que he visto.

        [Podría tratarse de Quo Vadis de Guazzoni de 1912 aunque por la fecha es más posible que sea la primera versión de Ben-Hur de Fred Niblo de 1925, nunca, claro está, el Quo Vadis de Leroy de 1951.]

      El segundo recuerdo es un sueño.
      Ya no está el tabique que separaba dos habitaciones de la casa, que se han convertido en un espacio alargado en el que al fondo hay lo que más tarde identifico como un escenario delante del que hay varias hileras de sillas, sin gente, nadie, tampoco me veo a mí, sé que estoy viéndolo, las paredes del escenario lisas de un blancuzco turbio, sin decorado, no hay telón, ni abierto ni subido, puede que apenas unas sutiles patas que apenas asoman rompiendo un poco la verticalidad de los laterales de la embocadura, no hay sonido, hay silencio, no hay luces, una claridad uniforme un poco más brillante en el escenario, y, gran sorpresa, hay un armario adosado a la pared derecha de lo que es la sala, clásico, de dos puertas, pesado, con repujados, oscuro casi negro de tiempo, lo único que queda del dormitorio de mis padres, y, mayor sorpresa, debajo hay un macho cabrío enorme de esos con cuernos de dos vueltas que no puedo comprender como ha podido meterse allí; no recuerdo si llegó a mirarme, estaba vivo, acurrucado en una posición que tenía que serle muy incómoda y que él aparentaba de lo más lógica.
      Bastantes años más tarde lo relacioné con que el Surrealismo que estaba en auge en los ambientes artísticos culturales de allá por París, y Barcelona.
      Era por los primeros de los años treinta. Yo no había visto un teatro, ni podía saber lo que era; y Surrealismo menos, claro.
      No, durante la infancia no fui al cine casi nunca, porque recuerdo una vez como si fuera la única que no sé por qué insistí llorando para que me llevaran hasta que cuando ya estaba en la cama y mi madre me levantó, volvió a vestirme, y mi padre me llevó a pesar de que llovía tanto que tuve que ir protegido bajo su capote, "capa alentejana" del estilo de la "capa salmantina" española. Siempre intento recordar el título de la película y no logro la certeza de que sea algo así como Cruz Diablo, española, o al menos hablada en español, me parece.

        [Posiblemente Nunes se refiere a la película mejicana de 1934 dirigida por Fernando de Fuentes. No confundir, imposible hacerlo por las fechas, con La Cruz del Diablo de 1975, película española de terror dirigida por John Gilling basada en historias de Gustavo Adolfo Bécquer y con guión de Jacinto Molina aka Paul Naschy.]

      Habrá una confusión en el texto de Lorenzo Soler, otro gran hombre de Cine, y amigo, que habla de tardes de cine con mi abuelo; no, era analfabeto y seguro que nunca fue a un espectáculo, y lo que hacíamos es que yo le leía los periódicos casi todos los días, acababa la guerra de España y empezaba la mundial, durante los dos años que me quedé a vivir con ellos para acabar la instrucción primaria cuando ya mis padres y hermanos se habían venido a España, a Sevilla.
      Un hermano de mi abuela tenía algo que ver con la propiedad del único cine de Faro y el más joven de sus hijos me daba a veces esas hojas con el argumento, las fichas técnicas y artísticas, las frases publicitarias, alguna crítica, que ahora sé que son press-book o "lanzamientos" según los distribuidores más clásicos. Yo los leía con mucho interés, releía sobre todo los argumentos, y por esa época, tenía nueve años, hice mi intento de escribir uno, que resultó mucho más largo y descriptivo que aquellos que leía, traté de narrar una película, el guión. En ocasiones he lamentado no conservarlo, como ahora para copiarlo aquí. Pero también me alegro de no haberle dado importancia y considerarlo un juego de niño que quiere ser mayor.
      Después sí, ya en Sevilla, empiezo a ver muchas películas, hay muchas salas y el precio es asequible, siempre dos películas, los programas dobles antes habituales en los cines de reestreno, a veces casi todos los días; acabo de cumplir doce años y ya puedo ir solo, con los amigos.
      Aprendo el castellano inicialmente en un colegio casi de párvulos, oyendo e intentando hablar con la gente, y leyendo. Lo primero que leo es La corte de los milagros de Valle Inclán, consultando constantemente el diccionario porque hay palabras para mí todavía incomprensibles. Y, como dice Lorenzo Soler, me encuentro con el libro de Enrique Gómez, comprarlo significó un pequeño esfuerzo para la familia. Lo leía, lo estudiaba, lo aprendí; tenía también el guión de la película Campeones. Es un gran libro para aprender Cine. Se lo presté a una ayudante de montaje, no recuerdo en qué película, y no me lo ha devuelto. Y ahora tengo una confusión con el título que creía que era Cómo se escribe un guión cinematográfico y resulta que hay una nueva edición que me enseñó Paco Pérez Dolz con el de El guión cinematográfico, su teoría y su técnica. No lo he vuelto a comprar porque me gustaría recuperar el mío, cosa que dudo porque han pasado muchos años y no he vuelto a ver a quien se lo dejé. Como me ocurre con otro libro que precisamente me regaló Enrique Gómez, El sentido de la vida de Alfred Adler, que se lo presté a Manuel Tarín Iglesias y tampoco me lo ha devuelto. Me fastidia tener que ir a que me devuelvan los libros que he prestado y así me faltan algunos, demasiados, que quisiera conservar.
      Bueno, entonces en Sevilla hice mi primer guión, un auténtico guión técnico incluso, cuyas deficiencias en mi castellano corrigió un amigo que estudiaba medicina y creo que es médico en Cádiz, Pedro Arduán Díaz, hijo de un brigada de carabineros.
      Me atreví a llevarlo a la única productora que había entonces en Sevilla Rafa Films, que en aquel momento estaba rodando una película con Juanita Reina, que no recuerdo el título, y se lo entregué al que me parece que era Jefe de Producción, Fernando Caracuel. Habrían pasado casi veinte años, yo ya dirigía, supe que estaba al cargo de una distribuidora aquí en Barcelona, Nueva Films y fui a verlo, por la curiosidad de comentar que era yo aquel muchacho que en Sevilla le había llevado un guión, escrito a mano por cierto. El hombre no lo recordaba, parecía sincero.
      Conectado mi entusiasmo por el Cine a mis amigos, Pedro, el corrector del guión, Manolo Pérez Núñez, que se hizo agente comercial de tejidos y confecciones de un empresa de Barcelona y que un día vino a verme aquí, y otra vez nos vimos en Sevilla cuando fui a rodar los campos de eucaliptos que en Andalucía tenía Torras Hostench para la que hice un documental sobre la fabricación del papel por encargo de José Luis Comerón, también director de cine, que tenía una productora de documentales, industriales y publicitarios, Movirama. Son inevitables las digresiones. Iba diciendo que en Sevilla había conectado mi entusiasmo por el Cine a mis amigos Pedro, Manolo y Juanito, que me parece que murió muy joven, y nos hacíamos fotos que enviábamos a productoras de Madrid y Barcelona a ver si podíamos ser actores. Ninguna nos contestó. Ni he encontrado ninguna de aquellas fotos por las distintas productoras con las que me he relacionado. Tampoco he podido recordar a cuáles nos habíamos dirigido, ni creo que las conservaran en sus archivos.
      Es encomiable el interés de Lorenzo Soler por darle interés a mi biografía, han pasado treinta y cinco años y seguro que no le molestará que haga algunas precisiones, que no alteran en lo fundamental su narración.
      Es cierto que siempre me ha gustado la alfarería, pero mi relación con ella consiste en que mi padre llegó a tener una pequeña fabricación de ladrillos que era una explanada para hacerlos, extendidos en el suelo, a mano, rellenando de barro preparado un molde de madera para dos ladrillos en cada sentada, y un horno en el que se cocían quemando leña por debajo durante veinticuatro horas más o menos, según el grosor de los ladrillos de cada hornada de tres a cuatro mil estratégicamente colocados de manera que el fuego pasara entre ellos para que los de arriba llegaran al rojo vivo, largo proceso muy cuidadoso, sin que los de abajo se fundieran y se estropearan. Auténticos maestros los dos o tres hombres que trabajaban con mi padre.
      Y el abuelo de mi amigo Rafaelito hacía jarros, figuras, bajorrelieves,platos, en un atiborrado taller con tornos de pie, estanterías con todo tipo de moldes de yeso, piezas a secar, pequeños tanques con diferentes barros, arcillas, que esperaban su punto apropiado para hacerse manipulables; y el horno, la mufla, una puerta acorazada allá en la pared del fondo.
      Rafaelito apenas podía ayudar en casi nada, el abuelo lo hacía todo él solo. Para mí era un hombre sabio, un viejo sabio; me interesaba mucho lo que me decía, en largas charlas, y me deslumbraba la agilidad de sus manos, sus dedos, creando formas de los pegotes de barro que giraban en el plato del torno.
      Conservo un gran y grato recuerdo de mi relación con la alfarería, sin haber tocado nunca el barro, al que dedico un breve homenaje en mi última película Amigogima.
      Bueno, tendría unos trece años cuando empecé a trabajar, de meritorio, sin cobrar, claro, en la Inspección Provincial del Trabajo ayudando a un funcionario amigo de mi padre, que se llamaba Abel Martínez Osorio; y lo recuerdo, con sonrisa, porque en su firma usaba sólo las iniciales que formaban A.M.O.
      Las oficinas estaban en la Plaza España, ese magnífico edificio circular con foso y puentes, dentro del Parque María Luisa.
      Aprendí a escribir a máquina y empezaba a dominar el idioma.
      Al cabo de un año y pico se creó la Sección de Trabajos Portuarios y me trasladaron a unas nuevas oficinas en el puerto, junto al río, ya casi como funcionario por lo que empecé a recibir un sueldo, mínimo por cierto.
      Hice gran amistad con algunos trabajadores de la carga y descarga, a pesar de la diferencia de edades. Y sobre todo con uno que también era picador en las corridas de toros, apodado "El Longui", que decía que le hubiera gustado que yo fuera su nieto, o tener un nieto como yo, porque conmigo se podía tener conversaciones como con poca gente mayor. Yo me sentía orgulloso de que me consideraran adulto y aprendí con ellos a beber vino; le llamaban "miquele" al  vaso de cuarto de litro, blanco.
      Entre los amigotes de mi edad uno era nieto de Pastora Imperio y el Gitanillo de Triana, a quienes conocí en una fiesta de bautizo. Nieto o sobrino, no lo recuerdo con precisión, también llegó a ser torero pero sin alcanzar el prestigio de la saga. La última vez que lo vi, en el hotel España de la calle San Pablo, aquí en Barcelona, después de una corrida, se me abrazó emocionado susurrando: «Muy mal, Portu. He estado fatal, muy mal». Yo no supe que decirle, no había visto la corrida, nunca había ido a los toros. Estaba allí porque éramos amigos que hacía cuatro o cinco años que no nos veíamos. No sé si siguió toreando, a Barcelona no ha vuelto. ¿Cuántos años hará? Tal vez cincuenta. Era un poco mayor que yo, me parece.
      De los libros que entonces leía, sin preparación para seleccionar, me sigue presente uno que me prestó el barbero, amigo por vecino con el que casi diariamente me quedaba un rato a charlar. «Es muy interesante, te va a gustar». Sin advertirme que era libro prohibido, Sembrando flores de Federico Urales, y muy peligroso leerlo por la calle como yo tenía por costumbre.

Press-book de Sitiados en la ciudad
Gila en Sitiados en la ciudad

        Sigamos.
        1969.
        Las circunstancias, ese eufemismo que encubre un estado de excepción, aconsejan un distanciamiento. Recordemos que ésa era una época donde toda iniciativa que se saliera de sus cauces (de ellos) era perseguida de uno u otro modo. Y rodar sin guión previo una película que no había pasado censura oficial era una afrenta.
        Tiene que irse a París. Adela, su compañera tiene que volver a trabajar de secretaria para mantener a su familia.

Continuación de la biografía en preparación



        Observen las fotos. Evidentemente el hombre ha cambiado, pero... No voy a decir que en ese Nunes vestido de homemzinho ya se vislumbra a este Nunes, pero observen, contemplen sus películas, su idea, su grito perenne, siempre cambiante y siempre constante porque la lucha es permanente.
        Siempre joven dentro de diferentes cuerpos o de ése mismo cuerpo cambiante.



Rendinha de Adela Martínez