No dispares contra mi      1961

Dirección José María Nunes
Argumento Donald Curtis
Guión José María Nunes
Germán Lorente
José Gallardo
Producción Este Films
Enrique Esteban
Germán Lorente
Jefe de producción Francisco Pineda
Fotografía Aurelio G. Larraya
Montaje J. Olivé
Música José Solá
Estudios I. F. I.
Formato B/N
35 mm
Pantalla normal
Duración 107 min.
Intérpretes Ángel Aranda
Lucile St. Simon
Jorge Rigaud
Julián Mateos
Federico Fontenova
Marta Flores
Angela Bravo
Ramón Durán
Fernando Cebrián
J. M. Arman
A. Molino Rojo
Distribución Hispano - Mexicana Films


  

Sinopsis


        David es un joven de veinticinco años que estudia la carrera de derecho. Siente desgana por cuanto le rodea, y de un modo estéril se encierra en sí mismo hasta dejar de interesarse por cuanto ocurre a su alrededor.

Díptico publicitario. Al fondo la benemérita

        Un día David se verá envuelto en una partida de cartas, y la Policía irrumpirá por vez primera en su vida. El comisario que acude a la partida de cartas para retirar el pasaporte a un peligroso súbdito extranjero, resulta ser un viejo amigo del padre de David. Éste huye antes de que el comisario le descubra en aquel enrarecido ambiente. Golpea brutalmente a un agente para lograr su propósito. Y a partir de este momento, cada acto que David realiza se va complicando de un modo extraño.
        David descubrirá el cadáver del marido de Lucile, una sugestiva muchacha francesa con la que había mantenido relaciones, y en su fuga es acompañado por ella. A través de esa agobiante huida, David y Lucile se van aproximando instintivamente hasta estallar entre ellos un apasionado amor.
        La gran pasión de David y Lucile se hará angustiosa en los momentos que preceden a su salida de España. David, herido, se aferrará febrilmente al amor de la muchacha. Cree que ha conseguido llenar con el amor de Lucile el obsesionante vacío de su vida, pero cuando la luz empieza a alumbrarse en su camino, todo cambia en una fracción de segundo, desencadenándose un sorprendente final.



  

Notas


        Un A bout de souffle sin haber visto ninguna película de la nouvelle vague. No se trata de una imitación. Pese a que los productores tuvieran la intención de seguir la veta de Godard.
        La música de José Solá ha sido justamente vindicada en diciembre 2000 en las páginas de la revista Dirigido por Joan Padrol. El mismo compositor de algún tema de Superespectáculos.

Lucile St. Simon Comienza la huida
  

      Solidaridad Nacional, 9 de mayo de 1961
      Juan Munsó Cabús
      (extracto)
      ...
      José María Nunes ha visto el conflicto en función, siempre, de los personajes que lo motivan. Es más el conflicto nos interesaría aún menos si no fuera porque, a través de él, establecemos contacto con unos tipos que piensan, sienten, viven, hablan y se mueven impulsados por un motor cuyo carburante no es otro que el tiempo nuestro, la hora de hoy, este preciso instante que vivimos. Esto, claro, hace que los tipos nos interesen bastante más que el mecanismo físico que nos los trae hasta nosotros, que los localiza y descubre dentro de una realidad jamás inventada.
      ...
      El film no alcanza el ambicioso propósito manifestado por sus productores en el press book, salta a la vista.
      ...
      Por lo demás, en su parte central el film decae bastante. Le falta, diríamos, mordiente. Afortunadamente, claro, los últimos metros vuelven a resultar vigorosos, densos, sofocantes; al igual que el formidable arranque con que se abre la película. Por todo ello, pues cabe convenir en que No dispares contra mí, aun habiendo superado la mitad del camino, dista mucho de poder parangonarse con el cine extraído de Hellinger.
      Ahora bien, a pesar de los pesares, aun dejando bien sentado que el flamante film de Nunes no alcanza la altura que él está obligado a darnos -porque le sobran ideas, ciencia y temperamento para hacerlo-, aún así, No dispares contra mí está muy por encima del cine de acción medio fabricado en España. Dejando al margen cuanto de falso y artificioso pueda tener la cinta, Nunes ha vuelto a deslúmbrarnos con su arrolladora personalidad. A la salida de la proyección, uno de los productores, nuestro entrañable amigo Germán Lorente, nos decía: «Una copa en la mano de un actor dirigido por Nunes, no son la misma copa ni el mismo actor». Es cierto. Nunes transforma lo cotidiano, incluso lo más vulgar, en materia nueva, insólita, casi virgen. Por ello, gracias a esa espléndida personalidad, la película nos envuelve en una atmósfera espesa, sobrecargada de presagios, casi de pesadilla, en la que los volúmenes -sean personas o cosas- juegan un papel preponderante; tan preponderante o más, que el mismo trazo psicológico que les confiere soplo de vida; esto es: razón de ser y estar. En tal sentido, la cinta tiene fragmentos notables -en los que Nunes- vuelve a demostrarnos, como hizo ya en Mañana, su talla de auténtico y extraordinario creador de cine-. Lástima, claro, que el guión y los diálogos -entre otras cosas- no hayan sido mejores. Hay sin duda, un desequilibrio demasiado notable entre las figuras de los dos principales personajes y el asunto.
      ...
      En fin, la película -quizá por querer ser demasiado ambiciosa- se queda corta, ostensiblemente corta. Con todo, bienvenida sea mil veces, si, como parece, nos llega con ella la decisión de una productora que , contra viento y marea, quiere «descubrir al hombre de nuestro tiempo, para acosarlo con la cámara dondequiera que esté, y captar su razón de vivir.» Finalmente, si tan laudable empeño supone, en cierta manera, la rehabilitación de un artista de la categoría de Nunes, en el justo lugar que le corresponde -el de los verdaderos creadores de nuestro cine -, habremos de convenir en que la presentación de No dispares contra mí puede suponer algo más que el simple estreno de «otra» película española.                  
        Años más tarde, en 1993, el film se revaloriza. Riambau y Torreiro escriben a raiz de su pase en la Filmoteca de la Generalitat:

      No dispares contra mí es, una vez más, la constatación de las capacidades técnicas de Nunes como cineasta, de su gusto por la composición -particularmente inquietante y conseguida- e incluso del dinamismo que es capaz de imprimir en sus films. También , y a pesar de que el guión no es sólo de Nunes, la logorrea y el tono transcendental que son habituales en él atenazan a sus personajes convirtiendolos más bien en inexpresivos robots de unos diálogos imposibles. A pesar de todo, y tratándose de un encargo y de género policiaco, la película presenta características peculiares, como el gusto por el jazz y, en medio de situaciones muy de la época -los extranjeros omnipresentes en los años del boom de los visitantes europeos-, unos personajes poco habituales, sobretodo el protagonista, un joven que no ve salida a su vida y que como un personaje sartriano se queja del vacio y del gris de la existencia, «uno de aquellos que se ha equivocado de época y no entienden el mundo», según confesión propia.



  

Comentario de Nunes


        A mí no se me hubiese ocurrido nunca un título así. Pero lo acepté. Fue idea de Germán Lorente, socio de Enrique Esteban en aquella época. Habían estado en Cannes, 1959, y regresaron alucinados por la sorpresa de la Nouvelle Vague. Aunque yo no había visto nada de ese nuevo Cine, que además resultaba comercial, decían,  estaban seguros de que yo podría hacer aquí algo por el estilo. Pero el guión que hice La sonrisa del cuarto creciente les creó la duda de que les parecía que no podría ser para una película que resultara comercial. Las conversaciones se alargaban hasta que me parecieron inútiles. Por propia decisión fui a ver a mi amigo Juan Gallardo, que escribía esas novelas de colecciones populares, baratas, por lo menos una y a veces hasta tres a la semana, con seudónimos que sonaban a americano, y le pedí que me diera todos los ejemplares de diferentes títulos que tuviera a mano y que más le parecieran que podrían ser una película; unos diez o doce me llevé. Sin leer ninguno, ni siquiera los títulos, fui a la productora, que era Este Films, y los repartí por toda la gente que había en la oficina para que hicieran una selección de los que más les gustasen. Provoqué una febril actividad de lectura en el ambiente, Esteban, Lorente, la secretaria, el chofer de la furgoneta, el portero de la casa, tal vez el hombre del bar de abajo adonde solíamos ir. Se las intercambiaban, comentaban, no sé si todos las leyeron todas, querían darme opiniones pero yo evité entrar en el juego que había provocado, hasta que por fin, habría pasado casi un mes y medio, tal vez dos, me entregaron las tres que decidieron como mejores, como les había propuesto. Las llevé al autor y, sin saber siquiera de qué trataban, le encargué que de las tres intentara lo que podría ser un guión para una película, cosa que él no había hecho nunca. A los quince días lo había acabado. Germán Lorente y yo colaboramos aportando las experiencia de la profesionalidad que en lo del Cine le faltaba a Juan Gallardo, que aparece en los títulos como Donald Curtis.

Nunes y Rigaud

        Un poco la manía de Esteban y Lorente de hacer películas modernas, más internacionales, era la de contar con actores, me da la impresión de que sobre todo actrices y en absoluto con ninguna otra idea más que lo profesional, con cierto renombre en el extranjero, nos llevó a París y a Roma, donde conocimos por cierto a una hermana de Sofía Loren, que después me parece que no ha hecho nada como actriz. En conclusión, la protagonista fue la francesa Lucille Saint Simon, que acababa de hacer Las manos de Orlac con Mel Ferrer.
        Y en París tuve la ocasión de conocer a Godard, Truffaut, Chabrol, en la oficina de George Beuregard que era un poco el núcleo de la Nouvelle Vague, y era amigo de Enrique Esteban porque había pasado algunas temporadas en Barcelona y había hecho alguna película en coproducción.
        No creo que las pocas conversaciones con ellos influyeran en algo en No dispares contra mí como a veces se ha dicho por ahí, lo cual tampoco me importa, las influencias son permanentes y mutuocomunes de todas hacia todas las épocas o momentos, y además yo ya había hecho Mañana.... En todo caso la Escuela de Barcelona tuvo sus inicios antes que la Nouvelle Vague.

Mateos por los suelos