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Sinopsis |
Con A la soledad, José María Nunes propone alcanzar la edad del sol, conectar con el punto más remoto de la inteligencia. La soledad es el estado natural para enlazar con ella. Las estatuas de la calle, los personajes del teatro y los demás protagonistas manifiestan su maravillosa experiencia de soledad, la edad del sol. Nunes, el cineasta intrépido, ha realizado esta película con una extremada experimentación del lenguaje cinematográfico en todos los sentidos y, especialmente, guión, dirección y montaje. |
El aclamado actor Enrique Irazoki, protagonista de El Evangelio según San Mateo (Pasolini, 1963) y Noche de vino tinto (Nunes, 1966), reaparece en este film después de toda su vida alejado del cine. Ricard Salvat, uno de los creadores más importantes de la dramaturgia actual, es uno de los protagonistas de A la soledad, junto a Herman Bonnin, Nausicaa Bonnin, José María Blanco, Teresa Cunillé, Iván Morales y Empar Rosselló, habituales del teatro, la televisión y el cine. Entre el extenso reparto, debutan las jóvenes actrices Ana de Prado, Ginebra Vall y Andrea Pajares.
Esta película se ha rodado en Barcelona, Teatre Espai Brossa, Distribuidora Les Punxes, Girona, Cadaqués, Palamós, Riudellots de la Selva, Llac de Sant Maurici (Espot), Gandia Coll del Moro, Ravós de Terri y Sant Feliu de Guíxols.
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Notas |
Nunes sabe que sabe. Y habla por boca de sus actores / amigos Incluso los que no están / no son Y dicho sea esto - escrito quede - no para validar / refrendar a Nunes sino para constatar que hay otros sensitivos afines. Que ya los había Nunes utiliza el séptimo sentido que es el cine para hablarnos de la soledad del individuo. Pero no como carencia sino como querencia. Voluntad de interiorizar para encontrarnos todos. No era el grito, no era el paso de un ángel ni siquiera el amigo. No nos cuenta ninguna historia. En Newport del 65, un Dylan electrificado escandaliza al público purista. Si Nunes hiciera hoy música electrónica, ésta sería low-fi con sus glitches incluídos. Pero Nunes hace cine. Nunes – de nuevo – rompe lo establecido y deja ver el artificio del arte. En el montaje deja los espacios y el silencio. Desaparece el ambiente, el personaje. Se intercala la persona. El tiempo como sucesión de fotogramas Parece que pudiéramos atravesar sus películas y remontarlas mentalmente en una sola / única. Él ya lo ha hecho. Esa película se titula Nunes.
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EL PUNT. Barcelona
dimarts, 29 d'abril de 2008
Després d'Amigogima, la seva reflexió sobre l'amistat, Nunes s'enfronta ara a la soledat des d'una sensibilitat poètica que no exclou la mirada joiosa, perquè per al veterà director la soledat pot ser interpretada, en un dels seus habituals jocs de paraules, com «l'edat del sol». «La soledat s'encomana i predisposa els personatges que la senten a reconèixer-se encara que no s'hagin vist mai», explica el mateix Nunes a propòsit d'un film coral en què es mostra més experimental i reflexiu que mai i que segella el seu retrobament amb l'actor basc establert a Cadaqués Enrique Irazoqui, l'intèrpret de Jesucrist a L'evangeli segons Sant Mateu, de Pasolini, però també el protagonista de Noche de vino tinto, de Nunes, a pesar que mai no s'ha dedicat professionalment a la interpretació. A A la soledat, rodada entre Girona, Cadaqués, Barcelona, Móra d'Ebre i Espot, interpreta un paper fet a mida: el d'un jugador d'escacs que reflexiona sobre la intel·ligència i com pot revelar-se damunt el tauler. A més d'Irazoqui, dins d'un ampli repartiment, intervenen en el film els actors Hermann Bonnín, Teresa Cunillé i José M. Blanco, l'escriptor i editor Ramon Serrano, l'arquitecte Josep M. Torres o el cineasta Santiago Lapeira.
Carlos Losilla en Cahiers du Cinéma España, mayo 2008, p. 37-38
... Su último trabajo resulta tan desconcertante como sugerente. Por un lado exhibe una filosofía de bulevar que nadie en su sano juicio se atrevería a propagar en los tiempos que corren, una visión de la vida que pasa por la exaltación romántica de la soledad del creador entendido como sumo sacerdote de una nueva religión solar. [...] Por otro, se atreve a filmar todo eso rehuyendo cualquier tipo de realismo, acudiendo a un simulacro de documental protagonizado por actores imposibles en situaciones inverosímiles, una estrategia que sitúa la película a medio camino entre el amateurismo vocacional y una tendencia telúrica.[...]
En el interior de una estructura fragmentada y que se niega a aceptar cualquier tipo de lógica, Nunes utiliza todo tipo de mecanismos, desde la manipulación del sonido para crear un clima irreal hasta la recreación de escenas teatrales o esbozos de historias inacabadas, con el fin de construir un mosaico irregular, entre lo ridículo y lo sublime, que a su vez es todo un manifiesto estético: por un cine pobre, pero también por la reivindicación de un cierto misticismo ibérico. [...]
A la soledad empieza con un discurso aleccionador y termina con una palabra inscrita en la pantalla, “Salud”, a la que han precedido imágenes de los lugares donde se ha filmado la película, como si ellos también formaran parte de ese universo ensimismado que no quiere saber nada del mundo exterior. [...]
La película de Nunes podría ser el complemento perfecto de El silencio antes de Bach, la última de Portabella, su compañero de generación: más allá de lo político, hacia la desaparición del sujeto en su propio fuego interior.
Comentario de Nunes |
"A la soledad"
es, otra vez, una evocación
... que sugiere, viene sugerida, por esa característica de poder combinar una composición de palabras que permite ejercitar intercambio de ideas, de las ideas.
Tengo la impresión de que el castellano, la lengua española, es el único idioma, la única lengua, que permite esta bella combinación de que "soledad es la edad del sol".
El auténtico título de la película hubiese tenido que ser, hubiese podido ser: "A la edad del Sol" o "Hacia la edad del Sol". Y entonces ya no hubiese sido necesario hacer la obra.
Casa uno, en si mismo, pude lograr, debe hacerlo, todas las sensaciones, la gran emoción, de ser soledad.
Como todas la ideas, surgen e insisten en desarrollarse hacia un infinito, en hacernos sentir, identificarnos, lograr. Alcanzar la sensación de ese contacto, saber de ello, con la edad sol; tal vez la mayor emoción de tener la evidencia de la conciencia de la Inteligencia.
Tal vez, en muchas ocasiones, en muchos de nosotros, no sabremos definirlo. Pero todos lo hemos vivido, lo seguimos viviendo, sintiendo, casi a diario, en algún momento, en ese instante.
Esa inexplicable, inesperada, sorprendente emoción, que nos embellece íntimamente, sobre lo que algunos, en momentos de brillantez, somos capaces de lograr explicar, o lo intentamos, con mayor o menor acierto.
Más o menos, esto es "A LA SOLEDAD"; una sugerencia, una propuesta a la meditación.
La ... como una necesidad de explicar una de esas ideas que nos posesiona, que insisten en desarrollarse, con la convicción de la Verdad, que conviene intercambiar.
Bien; en origen, "A LA SOLEDAD" parte de haber vivido, tenido, una de esas experiencias, que con su evolución me ha ido, venido, facilitando saber, o poder, explicarla.
En ella se explica, se cuenta, casi como tema principal, entre varios personajes.
Los compañeros actores, actrices, se sintieron identificados con sus actuaciones, viviéndolas al margen de lo que significa interpretación de un personaje. No lo interpretaban, lo vivían; sintiéndolo con toda la emoción del recuerdo de una realidad que se hace Verdad, que así es.
Por ahí anda la trascendencia del ser Inteligencia.
Sin ningún rubor, saberlo. Serlo
¡Cuánto Cine por hacer!
Para ir descubriendo, sintiéndolo, aprendiéndolo,
hasta saberlo como el Séptimo Sentido!
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